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PRAGA

LA CIUDAD DE LAS CIEN TORRES
Lo ideal es disfrutar Praga en tres días para vivirla intensamente. Praga, ciudad de las cien torres, monumento de la UNESCO y una de las ciudades más hermosas del mundo. ¡Conócela y vívela con tus propios ojos!
A continuación te mostramos nuestro recorrido por la ciudad de los Castillos y Palacios.
DÍA 1: NUESTRO PRIMER ENCUENTRO CON PRAGA
Por ese mismo camino, dejaremos a la derecha el Klementinum, el mayor complejo arquitectónico después del castillo, en el que los jesuitas edificaron su universidad. Para mi gusto, es suficiente con echarle un vistazo y continuar el paseo hasta llegar al Malé náměstí, una pequeña placita con un pozo en el centro y rodeada de casas góticas y renacentistas esgrafiadas, que merece la pena fotografiar.
DÍA 2: SEGUNDO DÍA
Esta segunda jornada tiene que ser intensa para sacar el mejor provecho de Praga. Comenzaremos en el Staré město, que es el barrio antiguo. Tomemos como referencia la estación de metro de Staromětska cerca de la que se encuentra el Rudolfinum, una famosa sala de conciertos y junto a la que se encuentra el Museo de las Artes Decorativas, muy recomendado para los amantes del arte.
En la calle de atrás está la Sinagoga Vieja-Nueva, también uno de los lugares de culto más antiguos de la comunidad judía en Europa. De arquitectura gótica, cuenta con varias leyendas entre sus muros, como la que afirma que los restos del Golem, creado por el rabino Löw, están guardados en su tejado.
Plaza del Castillo
Vistas panorámicas de Praga desde la Torre Petřín
La casa danzante de Praga
DÍA 3: TERCER DÍA
Siguiendo la calle Wilsonova, el siguiente edifico es la Ópera del Estado, réplica exacta, a menor escala, de la Ópera de Viena y que es una auténtica maravilla. Un poco más allá, está la Estación Central: un edificio modernista con una cúpula semicircular y un sinfín de detalles que hay que ver.
Plaza del Ayuntamiento
Paseando en la noche de Praga
Comencemos la jornada con una excursión que durará toda la mañana. Se trata del barrio Hradchany, donde se encuentra el castillo de Praga. El cambio de guardia tiene lugar a las 12 de la mañana y merece la pena verlo ya que no dura más de 20 minutos.
Empezaremos por la galería del castillo, que son las antiguas cuadras y que albergan una excelente colección de cuadros de pintores como Rubens, Tintorero o Tiziano y que formaron parte de la colección personal de Rodolfo II. Aunque también advierto que para hacer esta visita hay que ser un amante del arte, mientras que los menos entusiastas será mejor que paseen por el jardín real, un espacio renacentista que rodea el castillo desde 1540.


La catedral de San Vito, encajada literalmente dentro del recinto del castillo, es la mayor iglesia gótica del país. Sobre la tumba del mártir San Wenceslao hay una capilla con las paredes incrustadas de jaspe, amatista, ágata y otras piedras preciosas.
Los 21 bustos del triglifo son el mejor ejemplo del arte escultórico checo. Las vidrieras son impresionantes, incluso hay alguna de Muchá. Si se visita en primavera o verano, se puede subir al campanario y aunque la escalera es un auténtico suplicio, la vista compensa el esfuerzo.
Después visitaremos el antiguo palacio real, abandonado por los Habsburgo en el siglo XVI y que aún conserva numerosos tesoros. La Sala Vladislas ocupa toda una planta, la entrada al recinto conserva los escalones originales por lo que subían los caballos hasta el salón del trono. Y en invierno, todavía su utilizan las estufas de cerámica para calentar las estancias.
Visitaremos también el monasterio de San Jorge, que se encuentra justo al lado y es el primer monasterio de Bohemia, edificado en el año 937 y aún conserva las colecciones checas de la galería nacional.

Bajaremos de este barrio hacia el centro de la ciudad, atravesando el famoso callejón del oro, una calle cuyas casitas adosadas a la pared de la muralla que recuerdan las que un día fueron de madera y en las que vivían los arqueros, orfebres y mercaderes. Actualmente la parte más baja de las casas son tiendas artesanas y la parte superior es un corredor con muestras de aquellos oficios.

Por la tarde, haremos un paseo mucho más Light, atravesando el famoso puente de Carlos, que es el más antiguo de la ciudad y el único enlace entre las dos orillas hasta el siglo XIX.
Está rodeado por 30 estatuas a ambos lados, entre ellas, la de San Juan Nepomuceno, en el lugar en el que los hombres de Wenceslaco IV lo arrojaron al Moldava, por no romper el secreto de confesión de la reina. Ésta estatua tiene su historia particular que hay conocer antes de tocarla. Nuestro guia nos irá dando todas las referencias antes del viaje.

Y pocos pasos después llegaremos a la plaza del ayuntamiento, donde está el famosísimo reloj astronómico, símbolo de la ciudad, cuyo mecanismo se activa a las horas en punto. Además, aquí hay un buen número de cosas que ver, porque en esta plaza se desarrollaron buenos pasajes de la Historia, el asesinato de Wenceslao en 929, la coronación de Carlos IV en 1346, la ejecución de los cabecillas husitas en 162.

Alrededor de la plaza encontraremos la iglesia de San Nicolás, uno de los primeros ejemplos del barroco en esta ciudad tras liberarse del yugo contrarreformista; el palacio Kinský, uno de los mejores ejemplos del rococó, cuenta con una colección fantástica del arte gráfico de la Galería Nacional (y me permito sugerir que es suficiente con admirar la fachada del edificio); otra iglesia, Nuestra Señora de Týn, un santuario gótico con dos torres de 80 metros, lo que más destaca es el tímpano del portal norte y la Crucifixión, aunque para entrar hay que atravesar un pequeño pasadizo y consultar el horario de misas, porque no suele estar abierto al público.

Para terminar esta jornada, lo ideal es tomar algo en los cafés que rodean la plaza, ¿y por qué no? una rica cerveza Checa para reponer fuerzas y celebrar nuestro primer día en Praga.

Lo primero que veremos es el antiguo cementerio judío, donde recomiendo que compremos la entrada para todo el recorrido del bario judío, porque es más económico. Se trata de la necrópolis judía más antigua de Europa y merece realmente la pena visitarlo. Muy cerca se encuentra el Museo Nacional Judío, en el que encontraremos gran cantidad de obras y piezas de arte relacionadas con esta confesión, repartidas en los únicos edificios que sobrevivieron a la destrucción de este barrio durante la Segunda Guerra Mundial.

Por esa zona es fácil encontrar restaurantes para comer a buen precio y probar platillos locales. Por la tarde lo mejor será dar un paseo tranquilo. Atravesar el puente que está junto al Rudolfinum, para seguir la calle y llegar a la plaza de Malá Strana, donde se encuentra su iglesia, fortaleza espiritual de la contrarreforma y obra absoluta del barroco praguense.
En su interior se conserva un órgano en el que tocó el propio Mozart. La plaza da salida a la calle Nerudova, el último tramo de la vía real está bordeado por casas barrocas y los carteles antiguos que hay sobre los portales y que son el recuerdo de la profesión ejercida por los primeros habitantes de la casa.
Otra de las salidas de la plaza nos lleva por un recorrido entre la placita de Malta hasta la famosa Plaza Velkoprevoské, donde se conserva un pedazo del muro símbolo de la disidencia de la ciudad, con un retrato de John Lennon.

Con esto prácticamente terminamos nuestra visita al castillo de Praga, y tras tomarnos algo caliente en un bar cercano, atravesamos Malá Strana para dirigirnos a la colina Petřín. La torre que se ve desde muchos puntos de Praga, muy parecida a la torre Eiffel parisina (guardando las diferencias), y para ello podemos tomar el funicular que sube hasta la cima, o si el tiempo lo permite subir a pie.

Al bajar la torre nos dirigiremos al barrio nuevo de Praga. Allí podremos ver la casa Danzante, uno de los edificios más famosos y curiosos de la ciudad. La rebautizaron con el nombre de Ginger y Fred por el parentesco en su estructura a los famosos bailarines. Desde luego su situación entre los clásicos edificios que lo rodean crea un contraste muy llamativo.
El día lo podemos terminar en la Kampa, que está un poquito más abajo y que es una isla conectada a Malá Strana por pequeños puentes que cubren el arroyo del Diablo, encargado antiguamente de impulsar las ruedas de los molinos.
Y ya que estamos aquí, lo ideal sería tomar algo para reponer fuerzas por esa zona. El Pub Cervená Sedma, en la propia Kampa, sería una buena opción para pedir un platillo Checo típico, a un precio razonable.

En vista de que es bastante probable que ya estemos cansados, la última jornada será más relajada. Comencemos en la famosa plaza de Wenceslao, la que sale en todas las portadas de los periódicos de aquella mítica Primavera de Praga del 68. La parada de metro que nos dejará en este enclave histórico es Mustek. Justo a la espalda de la estatua está el museo nacional (Narodni Museum).

Muy cerca de allí, en la calle Panská, se encuentra el Museo Mucha, precursor del Art Nouveau en la República Checa y Francia. Se trata de un museo tan pequeño como encantador, en el que no deberíamos invertir más de 20 minutos, aunque lo cierto es que tanto los amantes como los detractores del arte disfrutarán un poco más de las 2 salas que componen este lugar.
Con esto, la última tarde quedaría libre para ir de compras. En la propia plaza de Wenceslao, bajando la misma, hay bastantes tiendas con unos precios y ofertas muy atractivos. Por el contrario, en la plaza del Ayuntamiento y alrededores todo lo que se vende tiene precios un poco elevados.

Sin duda una de las mejores experiencias del viaje y que los turistas no aprovechan, es al llegar la noche y cuando los vecinos de Praga se quedan al resguardo de sus hogares y sólo unos pocos transeúntes deciden pasear a esas horas. Nosotros entre ellos.
La noche es el momento perfecto para ver los lugares más turísticos sin tanta gente o prácticamente solos. Ha estas horas cada rincón de Praga exhala anhelos de épocas pasadas y transmite una sensación de tranquilidad imposible de conseguir a cualquier otra hora del día. La plaza de la Ciudad Vieja descansa tras un día pisoteada por cientos de personas y sólo el reloj astronómico parece tener insomnio y sigue marcando el tiempo, aunque más silenciosamente que antes, bajo la atenta mirada de las torres de Tyn. Este lugar será perfecto para celebrar nuestro encuentro con Praga y nuestro viaje de Castillos por la vieja y elegante Europa.
